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martes, 29 de marzo de 2011

¡Y la besé!

Allá por 1965, ya oscureciendo, cuando regresaba para mi casa, pasé por la calle de Gutemberg en el rumbo de Polanco en la Ciudad de México.  En la puerta de su casa estaba una muchacha delgadita despidiendo a su novio con un beso.  Allí, sucedió que mi percepción de tiempo cambió y símplemente surgió el deseo de ser él y recibir ese beso, sin maldad.   Deseo sin pensamientos, íntegro y completo, estando como en otra dimensión.
Un sábado andaba con mi amigo Memo por Reforma a la altura de Chapultepec cuando tuvimos un choque.   Realmente ligero, sólo un golpe pequeño en la salpicadera delantera izquierda.   Sin embargo, quedamos unos momentos en medio de la calle y nos bajamos para revisar los carros.
Se detuvo un carro con 3 chicas que amablemente nos preguntaron si requeriamos ayuda.. (era notorio que no había pasado nada).   Terminamos tomando un café y después ella, la chica de la casa de la calle de Gutemberg y yo nos enamoramos...
¡Y LA BESÉ!
Enrique.
Adivina y aprende.

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