Crack.
Apreté las muelas sobre la almendra y tronó... crack.
La saliva fluyó abundante y la boca se llenó del delicioso sabor.
Así recordé un día en que después de comer las almendras de una bolsita, me detuve en el puente de Palmira, en Cuernavaca, México, donde fluye un pequeño riachuelo, muy bonito.
Estaba yo solo viendo el agua, con aquel sabor concentrado, aún en mi boca.
Y me quedé viendo el agua... atento... sin pensamientos, percibiendo. Y la percepción cambió en un salto cuántico. Y allí estaba yo, unido al agua, a los árboles, al cielo y al viento. todo en uno. Fluyendo.
¡Que belleza!
Soy tierra, soy agua, soy fuego, soy aire, espacio, soy naturaleza hecha de amor.
Adivina y aprende.
Enrique.