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domingo, 12 de julio de 2009

Peter

Peter intentó esconderse pero no había donde hacerlo. El enorme tamaño de mis ojos debió haberlo asustado. Yo lo miré fijamente, curioso y él se alejó lo más que pudo.
Peter estaba dentro del agua, como corresponde a su especie y yo debía limpiar la esfera de cristal.
Poco a poco vertí el agua… con él adentro.
Él se dio cuenta de que bajaba y bajaba el nivel del agua y se puso aún más nervioso, excitado, aún asustado. Yo ya tenía otro recipiente lleno de agua preparado para colocar su pequeño cuerpo, chiquito, como el dedo meñique de un niño. Entonces, di unos golpes con la uña en la pecera: “tic, tic” y él inmediatamente saltó, cayendo ágilmente en el líquido limpio del otro recipiente. Ya limpia la pecera, lo regresaba con toda el agua del otro recipiente y le ponía un poco de alimento.

Siempre lo observaba un buen rato antes de limpiar la pecera y él se alejaba. Poco a poco fue tomando confianza, hasta que los dos nos veíamos fijamente a los ojos. ¡Hola Peter! La comunicación visual ya era completa. Vi a Peter y él me vio a través de los ojos.
“Tic – tic” y él saltaba. Y luego ya saltaba de regreso a su pecera.

Peter era un pez que soñaba, -yo creo-, y quizá algún día en su sueño de pez, oyó el sonido de mi uña: “tic – tic”. Peter saltó y en la mañana lo encontré muerto. En su vida, Peter aprendió a saltar y a ver mis ojos.

No tenemos permanencia. Aprovechemos nuestro tiempo. Aprendamos ahora y cumplamos nuestro propósito en esta vida.
Peter: aún recuerdo tus ojos, tu mirada. Espero que estés muy bien, -feliz,- ahora.

Enrique.

1 comentario:

Gracias por tu comentario. Siempre los leo y espero que regreses muy pronto.