En 1973, mi primer día en Rio coincidió con el desfile final del carnaval. Todos los pasajeros del avión festejamos la llegada cantando "Cidade Maravilhosa" al aterrizar. Bajamos del avión de Varig, montamos en un taxi super veloz que pasó por larguísimos túneles, dejamos las maletas en el hotel del barrio de La Gloria y nos fuimos a ver el desfile. Maravillosa experiencia.
Yo no sabía nada de Brasil.
Al día siguiente, los compañeros de otros países que también iban a estudiar nos indicaron que era la elección de la Reina del Carnaval en Copacabana. Al aproximarnos, iba llegando un camión abierto con tambores y percusiones... La Batucada...
Un muy largo montículo de arena en la playa como de metro y medio de altura y encima, cientos de garotas bellísimas de todos colores, bailando Samba. ¡Que impresión! ¡Increíble! Aún tengo la boca abierta...
Como iba a estar varios meses, una semana después contraté un pequeño departamento en Rua Paula Freitas, en Copacabana.
He ido varias veces a Rio. La última vez que estuve fué en marzo de 2012 y comenté que estar allí, para mi, es estar en familia... Mi cuerpo se siente muy a gusto, pleno, lleno de vitalidad y de alegría. Soy feliz.
Cada día en mi meditación Budista, al inicio, después de las respiraciones de purificación, mentalmente me desplazo a la playa de Copacabana y renuevo las energías elementales de mi cuerpo con la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio de Rio. Saludo mentalmente a Marinette, la hija del Pai Jerónimo y a mi compadre, inigualable amigo.
Que las bendiciones del Cristo, que cuida la ciudad, preserven la naturaleza del lugar y de las personas de la Maravillosa Ciudad Maravillosa.
Adivina y aprende.
Enrique.
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