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jueves, 11 de noviembre de 2010

Pajarito herido

Acostumbraba caminar en el bosque de Tlalpan todos los dias en la mañana.    Así, tomaba el caminito que está a la izquierda y que comienza en plano y poco a poco va aumentando la pendiente hasta que llega a la parte alta del cerro.   Mi cuerpo se integraba a la naturaleza y caminaba en un estado de percepción abierta, sin pensar en mi, sino formando parte de la naturaleza.   Sentía como si el bosque me aceptara plenamente y sentía su pasado y sabía su historia.   Me parecía que alli había seres muy buenos, aunque sin cuerpo humano.   Casi siempre, en la parte mas alta, Hacía un llamado a todos los seres del bosque juntando su amor y lo elevabamos a Dios, como una ofrenda... (en realidad, físicamente estaba yo solo, pero me sentía en medio de una multitud).   Al recibirse la bendición de regreso, la compartíamos con gran alegría. 
Un día, caminando, sentí una energía que hizo que mi cuerpo se saliera del camino habitual y me dejé llevar por entre el bosque hasta que su fuerza me detuvo.   A mis pies estaba un pajarito herido.  Sentí su emoción, su dolor y sus latidos. Lo tomé en mis manos y bajé rápido para que recibiera atención.
No estamos solos.  
Muchos seres somos seres de amor y nos ayudamos.
Adivina y aprende.
Enrique.

1 comentario:

  1. Don Enrique, como siempre, leerlo significa navegar en el universo de las emociones, siempre que paso por aquí después no puedo desprenderme con facilidad de sus palabras (¿o sentimientos?).

    Saludos.

    Diana Reyes

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Gracias por tu comentario. Siempre los leo y espero que regreses muy pronto.