Ya del otro lado del tunel la Gran Voz preguntó:
-¿Te vas o te quedas?...
-¡me quedo!... y caí en mi cuerpo que rebotó y quedó sentado en la cama.
Mi madre, el día anterior a su muerte tenía los ojos llenos del azul del cielo que miraba... ¡Aprendizaje único! que llena el corazón de paz.
Hoy rindo tributo a cada minuto, a cada instante de la vida que nos queda, que aún en el sufrimiento nos enseña.
Paz y amor.
Enrique.
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