Pobrecitos.
Nadie los quiere.
Por eso siempre están enojados.
Los hace sentir importantes.
Creen que con su enojo... sus gritos, amenazas y sus aspavientos impresionan.
Pero no,
Se quedan más solos.
Nadie los quiere, todos se alejan como si olieran muy feo.
Luego se quieren refugiar en su dinero, en su poder, para sentirse que son algo.
Y en realidad, son seres maravillosos, pero muy confundidos en sus valores básicos. Su mamá y mucho menos su papá no les enseñaron a valorizarse.
¿Recuerdan la cara de Gruñón cuando recibía cariñito de Blanca Nieves?
Ya, gruñones,¡evolucionen!
¡Aprendan a ser felices!
Enrique.
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